Comienza 2008 y ya han anunciado que se nos va a poner cuesta arriba. Subirán el gas, la electricidad, los alimentos básicos, el teléfono, los transportes públicos (tren, metro, autobús), los peajes de autopistas, los tipos de interés, la gasolina, los portes de envíos. Subirán los sueldos de los políticos, los beneficios de las multinacionales, las desigualdades sociales, los intereses secesionistas de regiones españolas, la demagogia de los políticos y el tono del debate ante las inminentes elecciones.
Muchas cosas van a subir menos una que ya les puedo anunciar: nuestra calidad de vida. Mientras la casta política sigue inmersa en un debate estéril sobre el tamaño de sus respectivas "fuerzas", veremos como otro año más perdemos nivel de vida. El IPC, ese número misterioso cuyo valor no se corresponde con la subida real de los precios que sufrimos los ciudadanos, va a volver a ponernos de cara al sudeste. ¿Será que no hemos asimilado el valor nutritivo del conejo? ¿O acaso que somos generosos en exceso en el pago de nuestros cafés? Seguro, cualquier economista sabe que ésas son las claves del deterioro de la economía española. ¿Cómo dudar pues del Sr. Solbes? ¿O de las recetas del tío Mariano?
Aquí lo que sucede está bien claro. Estamos asistiendo al final de una era de estabilidad y al comienzo de un periodo incierto. La creciente demanda de recursos (agua, petróleo, gas, uranio, metales, minerales, comida) es imparable, el cambio del medioambiente parece que una realidad y el incremento de la población mundial, un hecho. Esos son los problemas reales a los que nos enfrentamos, y a los que los políticos deberían poner cerco. Buscar un buen modelo energético, un mejor reparto de la riqueza, unos servicios que funcionen, acabar con el fraude masivo, con los monopolios, con las prácticas deshonestas, con la corrupción, implantar un buen sistema educativo. Ésos y no si los vascos o los catalanes tienen un RH diferente o son más cultos, guapos y listos. La Alemania del 36 ya nos mostró a dónde llevan tales devaneos nacionalistas.
Comienza un año calentito calentito. En breve no habrá quien encienda un televisor. Rostros Zetaperos y Rajoyanos por doquier, con sonrisita o serios según convenga, mintiéndonos como a miserables bellacos. Disfruten de los últimos días de paz y calma con sus familias y hagan acopio de paciencia. Vamos a necesitarla a mares.
Saludos y feliz 2008,
el pobrecito hablador
Muchas cosas van a subir menos una que ya les puedo anunciar: nuestra calidad de vida. Mientras la casta política sigue inmersa en un debate estéril sobre el tamaño de sus respectivas "fuerzas", veremos como otro año más perdemos nivel de vida. El IPC, ese número misterioso cuyo valor no se corresponde con la subida real de los precios que sufrimos los ciudadanos, va a volver a ponernos de cara al sudeste. ¿Será que no hemos asimilado el valor nutritivo del conejo? ¿O acaso que somos generosos en exceso en el pago de nuestros cafés? Seguro, cualquier economista sabe que ésas son las claves del deterioro de la economía española. ¿Cómo dudar pues del Sr. Solbes? ¿O de las recetas del tío Mariano?
Aquí lo que sucede está bien claro. Estamos asistiendo al final de una era de estabilidad y al comienzo de un periodo incierto. La creciente demanda de recursos (agua, petróleo, gas, uranio, metales, minerales, comida) es imparable, el cambio del medioambiente parece que una realidad y el incremento de la población mundial, un hecho. Esos son los problemas reales a los que nos enfrentamos, y a los que los políticos deberían poner cerco. Buscar un buen modelo energético, un mejor reparto de la riqueza, unos servicios que funcionen, acabar con el fraude masivo, con los monopolios, con las prácticas deshonestas, con la corrupción, implantar un buen sistema educativo. Ésos y no si los vascos o los catalanes tienen un RH diferente o son más cultos, guapos y listos. La Alemania del 36 ya nos mostró a dónde llevan tales devaneos nacionalistas.
Comienza un año calentito calentito. En breve no habrá quien encienda un televisor. Rostros Zetaperos y Rajoyanos por doquier, con sonrisita o serios según convenga, mintiéndonos como a miserables bellacos. Disfruten de los últimos días de paz y calma con sus familias y hagan acopio de paciencia. Vamos a necesitarla a mares.
Saludos y feliz 2008,
el pobrecito hablador
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