viernes, septiembre 28, 2007

El referéndum de Ibarretxe

Es fácil caer en los tópicos ante el anuncio por parte de Ibarretxe de la organización de una consulta en el País Vasco. A unos ya los tenemos graznando desde sus púlpitos en el parlamento. ¡Herejía, herejía! A los otros, por el contrario, no les queda más remedio que hacer de tripas corazón, seguir dialogando con "buen talante" y fingir firmeza para no perder demasiados votos durante las próximas elecciones. Eso es, a fin de cuentas, lo que más les parece importar a los que maman de la teta del estado y se suben anualmente el sueldo por encima del IPC.

En medio de esta maraña informativa, de esta partida de póquer en la que somos meros testigos, muchos nos preguntamos dónde está la verdad. No existe una respuesta obvia, porque si la hubiere, la discusión se tornaría más simple. Pero tampoco es imposible, contrariamente a lo que muchos nos quieren hacer creer, encontrar algunos puntos de apoyo sobre los que alzar la palanca de la razón.

Existe una voluntad por todas las partes de tensar una cuerda que hace tiempo andaba comba. A río revuelto, ganancia de pescadores, y parece haber salmones, truchas y cangrejos para todo quisqui. Nos sugieren que lo fundamental es quién la tensó primero, ¿la gallina o el huevo?, y con ese lema nos arrastran una y otra vez a las elecciones, echando las redes en sus caladeros de votos. Nos enfrentan a un nudo gordiano intelectual que no está a la altura ni de una oxidada faca.

Tengo memoria, y la historia es relativamente reciente. A uno se le ocurrió aporrear el avispero con una política exterior más digna de "El Jabato" que de una mente fría y calculadora. Quiso pasar a la historia, y la historia pasó por encima de él. El otro, un recién llegado, se creyó Arturo con Excalibur. Pero sin Tizona y con dudoso buen talante, se ha revelado como un elegido de limitado bagaje intelectual e injustificables justificaciones.

Es preocupante que los cargos democráticamente electos se consideren por encima de la democracia, y lo que es peor, por encima de la ley. Es conveniente dialogar, incluso muy necesario, sobre cuestiones al mismísimo borde de la legalidad: ¿Qué hacer con un violador que ha cumplido su condena? ¿Soltarlo? ¿Meterlo en la cárcel si cargo alguno? ¿Ponerle una pulsera de seguimiento violando su derecho a la intimidad? ¿Cómo incentivar a unos pistoleros para que dejen de matar? ¿Mediante privilegios penitenciarios? ¿Ofreciéndoles una vida como ciudadanos integrados? ¿Un sueldo? ¿Cómo satisfacer las necesidades espirituales y emocionales de colectivos que se sienten nación?

Éstos y muchos otros son temas que deben ser abordados con suma delicadeza, cautela, discreción y exquisitez, pero siempre dentro del esquema legal vigente. Porque si la ley no permite alguna acción, una de dos: o se cambia la ley o la acción no se puede llevar a cabo. Así de simple es el sustento de nuestro estado de derecho.

Sencillo, claro y meridiano, ¿verdad? Y sin embargo no se respeta. A uno se le ocurrió pasarse por el anverso de los testículos la legalidad internacional y participar en una invasión de consecuencias catastróficas. A otro, algo más tibio pero no menos decidido en su singular empeño, se le ha ocurrido suspender la legalidad a conveniencia para resolver el problema del terrorismo. Hoy no proceso a fulanito y se va de rositas porque estamos dialogando; mañana le acuso porque ya no me habla. Cada vez que aparece por la tele el fiscal general del estado me enredo con los hilos que lo mueven. Ni los platillos volantes de las películas de serie Z, oigan. A su lado, esos volaban invisiblemente por el espacio sideral.

Las leyes se cambian desde dentro del sistema, y si algunos deciden no respetar la reglas, deben atenerse a las consecuencias. Nuestro sistema democrático garantiza la convivencia a un precio: que las reglas existan para todos. Por mí, que dialoguen todo lo que quieran y que lleguen a consensos. Si realmente se logran, serán bienvenidos, pues en eso consiste el noble arte de la política. Se cambiarán las leyes y hasta otra, Lucas. Pero hasta la propia política debe ser controlada, y mediante una confusión conceptual (intencionada) nos quieren engañar como tontos. Lo que vale para ti no se aplica a mí, que soy un cargo electo.

Pondré un ejemplo reciente y anecdótico: si quemar una foto de Su Majestad el Rey es delito, procésese al acusado. Pero si la ley tiene consecuencias más graves para la sociedad que el delito mismo, entonces deróguese la ley y punto. Lo que no puede suceder es que existiendo ley, ésta se active a voluntad del político de turno.

Sencillo, claro y meridiano: los políticos se han salido del esquema pactado, a sentirse ajenos a la ley y, en cierta medida, dueños de la misma. Y eso, señores míos, ya no es una democracia. Deben volver al redil, voluntariamente o a través de la aplicación de la ley.

jueves, septiembre 27, 2007

Respuesta de Pérez Reverte a un joven guipuzcoano

Ayer oía por la radio, sin haberlo podido confirmar todavía, que van a obligar a los niños catalanes a hablar en catalán durante el recreo. De ser cierto, me surge la siguiente duda: ¿es fascismo o una locura consentida? ¿Obligar a hablar en una lengua determinada durante un rato de ocio? ¿No pueden jugar los niños en el lenguaje que más les apetezca? Menos mal que algunas otras funciones fisiológicas no se hacen en lenguas romances o "beribéricas", pero a este paso nos obligarán también a llegar al orgasmo prorrumpiendo sonidos guturales acabados en "ak".

Viene al caso de esta noticia, repito que por confirmar, el texto de Arturo Pérez Reverte que cito a continuación. Otro ejemplo de una intromisión y manipulación políticas, esta vez de la historia, en favor del nacionalismo (vasco). Obviamente, hay otros tantos lustrosos casos manipulación en favor de un nacionalismo español alienante. Hoy en día me preocupan menos, porque Franco está bien muerto y la "grande y libre" ha ido desapareciendo paulatinamente desde la transición. Tan sólo logra sobrevivir como mondadientes en la boca (o bocaza) de politicastros desacreditados por ésas y otras lindezas.

Me preocupan los nacionalismos que van adquiriendo más fuerza; los que escudándose en el un falso victimismo histórico pretenden recortar las libertades del ciudadano e imponer un modo de vida. Esos que crean "policías lingüisticas", niegan la igualdad de los ciudadanos ante la ley a través de barreras idiomáticas, exigen prebendas económicas, llaman vagos a los inmigrantes extremeños, usan pistolas para "dialogar" o "prohiben" a los niños hablar en castellano, chino, rumano o alemán durante el recreo. A veces pienso que, desde la antesala de la oscuridad, asistimos al ocaso de la razón.

"Eres joven y guipuzcoano, según deduzco por tu carta y el remite. Escribes como lector reciente de la última aventura de nuestro amigo Alatriste, contándome que es el primer libro de la serie que cae en tus manos. Te ha gustado mucho, dices, excepto el hecho «poco riguroso» y «poco creíble» de que una galera española estuviera tripulada por soldados vizcaínos que combatían al grito de Cierra, España; en referencia a la Caridad Negra, que en los últimos capítulos combate a los turcos, en las bocas de Escanderlu, llevando a bordo a la compañía del capitán Machín de Gorostiola. Y añades, joven amigo - lo de joven es importante -, que eso no disminuye tu entusiasmo por la historia que has leído; pero que el episodio de los vizcaínos te chirría, pues parece forzado. «Metido con calzador - son tus palabras - para demostrar que los vascos (y no los vascongados, don Arturo) estábamos perfectamente integrados en las fuerzas armadas españolas, lo que no era del todo cierto.»

Son las siete últimas palabras del párrafo anterior las que me hacen, hoy, escribir sobre esto; la triste certeza de que realmente crees en lo que dices. Te gusta la novela, pero lamentas que el autor haga trampas con la Historia real; la auténtica Historia que - eso no lo cuentas, pero se deduce - te enseñaron en el colegio. Así que, con buena voluntad y con el deseo de que yo no cometa errores en futuras entregas, me corriges. Debería, a cambio, escribirte una carta con mi versión del asunto. El problema es que nunca contesto el correo. No tengo tiempo, y lo siento. Esta página, sin embargo, no es mala solución. La lee gente, y así quizá evite otras cartas como la tuya. De paso, extiendo mi respuesta a la cuadrilla de embusteros y sinvergüenzas de los sucesivos ministerios de Educación, de la consejería autonómica correspondiente, de los colegios o de donde sea, que son los verdaderos culpables de que a los diecisiete años, honrado lector, tengas - si me permites una expresión clásica - la picha histórica hecha un lío. Machín de Gorostiola es un personaje ficticio, como su compañía de infantería vizcaína. En efecto. Pero uno y otros deben mucho al capitán Machín de Munguía y a los soldados de su compañía, «la mayor parte vascongados», que, según una relación del siglo XVI conservada en el Museo Naval de Madrid, pelearon como fieras durante todo un día contra tres galeras turcas, en La Prevesa. En cuanto a lo de Cierra, España, ni es consigna franquista ni del Capitán Trueno

Quien conoce los textos de la época sabe que, durante siglos, ése fue usual grito de ataque de la infantería española - en su tiempo la más fiel, sufrida y temible de Europa -, que en gran número, además de soldados castellanos y de otras regiones, estaba formada por vizcaínos; pues así, vizcaínos, solía llamarse entonces a los vascos en general, «a veces cortos de razones pero siempre largos de bolsa y espada». Y guste o no a quien manipuló tus libros escolares, amigo mío, con sus nombres están hechas las viejas relaciones militares, de Flandes a Berbería, de las Indias a la costa turca. Los oprimidos vascos fuisteis - extraño síndrome de Estocolmo, el vuestro - protagonistas de todas las empresas españolas por tierra y mar desde el siglo XV en adelante. Ése fue, entre otros muchos, el caso de los capitanes de galeras Iñigo de Urquiza, Juan Lezcano y Felipe Martínez de Echevarría, del almirante Antonio de Oquendo, su padre y su hijo Miguel, o de tantos otros embarcados en las galeras del Mediterráneo o en la empresa de Inglaterra. Las relaciones de Ibarra, Bentivoglio, Benavides, Villalobos o Coloma sobre las guerras del Palatinado y Flandes, los asedios, los asaltos con el agua por la cintura, las matanzas y las hazañas, las victorias y las derrotas, hasta Rocroi y más allá incluso, están salpicadas de tales apellidos, sin olvidar las guerras de Italia: en Pavía, por ejemplo, un rey francés fue capturado por un humilde soldado de Hernani, en el curso de una acción sostenida por tenaces arcabuceros vascos. Y te doy mi palabra de honor de que aquel día todos gritaron, hasta enronquecer, Cierra, España: voz que, en realidad, no tenía significado ideológico alguno. Sólo era un modo de animarse unos a otros - eran tiempos duros- diciéndole al enemigo de entonces, fuera el que fuera: Cuidado, que ataca España.

Así que ya ves, amigo mío. No inventé nada. El único invento es el negocio perverso de quienes te niegan y escamotean la verdadera Historia: la de tu patria vasca - «La gente más antigua, noble y limpia de toda España», escribía en 1606 el malagueño Bernardo de Alderete - y la de la otra, la grande y vieja. La común. La tuya y la mía."

Arturo Pérez Reverte