sábado, diciembre 29, 2007

¡Maldito tabaco!

No sé lo que pensarán ustedes, pero desde que entró en vigor la famosa ley antitabaco lo único que hago es tragar humo. Haciendo gala de esa tolerancia que les caracteriza, los fumadores atiborran todas las salas de ocio, bares, restaurantes, cafeterías y te exponen a sus desechos gaseosos sin piedad. Por no poder, no se puede ni protestar, porque la ley les ampara. Además, tal acto sería considerado intolerante y antidemocrático, porque hay que respetar el derecho de algunos a liquidarte lentamente con su basura cancerígena. La única solución es quedarse en casa.

España se ha convertido en un país de imbéciles. Sí, digo bien, de imbéciles. Nos han vendido que la democracia consiste en dejar que la gente haga lo que quiera, y el prohibido prohibir se ha instalado en nuestras conciencias como un dogma de fé. Sin embargo, uno que ha tenido la fortuna de viajar, puede ver y aprender de las costumbres de otros países que llevan siendo democráticos durante mucho más tiempo. Por allá fuera, cuando alguien defrauda al resto de sus conciudadanos, es amonestado por tal práctica. Y lo de prohibir se aplica a rajatabla en aras de armonizar y garantizar una convivencia sin que unos tenga que sufrir las acciones impunes de los otros. ¿Se imaginan un botellón en cualquier otro país de la Unión Europea? Pues lo mismo pasa por el tabaco. Te dejan la libertad de hacerlo, pero donde no molestes a nadie de verdad.

Defiendo a ultranza el derecho a fumar y las libertades del individuo en su conjunto. Pero no en que se puedan ejercer en todas partes. Soy partidario de limitar el consumo de tabaco a espacios donde no se moleste a esa inmensa mayoría silenciosa de NO FUMADORES que estamos hasta las narices de tragarnos el humo. Es el fumador el que hace el acto, y por tanto el que debe limitar el impacto del mismo. Y si no es capaz de autorregularse, al fin y al cabo es víctima del tabaquismo, deberá ser el estado quien ponga coto al impacto que tal adicción ejerce sobre el resto de los ciudadanos.

Buenos días a todos,

el pobrecito hablador

jueves, diciembre 06, 2007

El árbol de navidad del Papa Benedicto

Es un símbolo navideño y una costumbre muy arraigada. Pero hasta la elección de los símbolos debería estar sujeta a revisión. La biblia no habla ni de pinos ni de abetos navideños. La tradición de colocar un árbol en navidad parece tener su origen en una leyenda europea: "un niño, muerto de frío durante una noche de invierno, fue acogido por un anciano leñador y su esposa. El niño se transformó en un ángel vestido de oro, el niño Dios, y recompensó a sus anfitriones con una rama de pino. Les sugirió que la sembraran para que diese frutos cada año. Y la promesa se cumplió y del árbol brotaron cada año manzanas de oro y nueces de plata".

Alguien podría sostener por tanto que, dado que no existe ninguna razón teológica de fondo, talar un árbol de 33 metros de altura, 9 toneladas de peso y más de cien años de edad es una frivolidad innecesaria. Desde muchos medios se está intentando crear una sensibilidad hacia el medio ambiente y abogando en favor de su defensa. Todos, y muy en especial los niños, deberíamos tomar buena nota de ello. Por lo tanto, ¿qué mejor ocasión que aprovechar las navidades para transmitir tan importante mensaje a los más ilusionados de la casa? El Papa Benedicto podría haber aprovechado la oportunidad y practicado con un hermoso ejemplo. Pero no ha sido el caso. En vez de ello, en la plaza de San Pedro se podrá admirar el tronco moribundo del árbol de navidad más grande colocado hasta la fecha en el Vaticano. Espero que la curia romana y los visitantes disfruten de "su" pino. Los pájaros, ardillas, insectos y variedades vegetales que vivían de y/o en él ya no podrán hacerlo más.

lunes, diciembre 03, 2007

La sonrisa del Lehendakari

Este fin de semana ha sido trágico para la mayoría de nosotros. Ayer se celebró el funeral por el guardia civil asesinado por ETA. Las caras de dolor componían todo un poema de impotencia. Mientras tanto, otro guardia civil, herido de gravedad extrema, agoniza en un hospital francés. La esperanza es lo último que se pierde, pero su estado es muy muy grave.

Uno de los pocos que parecen no haber expresado su dolor en público es el Sr. Ibarretxe. Corregiré mis palabras si me equivoco, pero permanecí atento y no fui capaz de escuchar o leer palabras suyas de condena. Además, por las sonrisas del Sr. Ibarretxe durante el acto del PNV, se diría que incluso andaba pletórico y lleno de júbilo. Es lógico. Se volverá a presentar a las elecciones prácticamente en solitario, en superioridad de condiciones y sin rivales entre sus filas. Porque en su comunidad autónoma, los políticos de la oposición ejercen sus derechos con guardaespaldas.

Resulta intolerable que en pleno siglo XXI exista una región europea en la que el estado de derecho no esté plenamente desarrollado. Piensen ustedes cómo se sentirían si cada vez que expresasen sus críticas contra el gobierno o la supremacía de la raza vasca, tuviesen que proteger su nuca de un posible disparo abertzale. Estupendo, ¿verdad? Ésa es la situación del País Vasco, la pinten como la quieran pintar. Unos ciudadanos, como usted y como yo, se juegan la vida por defender sus ideas.

No hace falta ser del PP para denunciar estas cuestiones. Al contrario, me indigna que el PP se apropie de lo que es de recibo y de todos. Pero tampoco caeré en la trampa de que todo lo que digan los señores Acebes y Zaplana sean insensateces. Hasta el más necio acierta a decir algo sensato de vez en cuando.

Témome que tendremos que convivir cierto tiempo con la sonrisa del Lehendakari. Rubalcaba ya ha empezado a restarle hierro al atentado y ha dicho que no ha sido premeditado. Como lo de la T4, otro trágico "accidente". Pasaban por ahí y se les cayó la bombita y se les escaparon unos cuantos tiritos. Por eso vaticino que seguiremos escuchando necedades y barbaridades sobre diálogos y negociaciones. Al fin y al cabo, todos ellos son políticos capaces de sacrificar a sus leones sin piedad alguna. Su modo de vida y sus privilegios están en juego.

Pero confío en el sistema, en su renovación con mentes frescas y mejor preparadas. Y cuando la sonrisita del Sr. Ibarretxe se desdibuje, sabré que la situación habrá empezado a mejorar.

Un saludo a todos y que tengan un buen día,

el pobrecito hablador

sábado, diciembre 01, 2007

En defensa de la democracia

Muchos piensan erróneamente que en democracia todas las ideas políticas valen lo mismo y que deben ser respetadas por igual. Eso es manifiestamente falso. En democracia ni se puede ni se debe legitimar decálogo fascista alguno, pues lo contrario supondría la desaparición del mismo sistema democrático. En España venimos siendo testigos de expresiones fascistas y antidemocráticas por parte de algunos partidos políticos que, entre otras cosas, promulgan los valores de la superioridad de una raza o de una cultura concretas, el derecho de unos pocos a imponer su criterio sobre el de la mayoría, la segregación a través de la lengua y, en el peor de los casos, legitiman el uso de la violencia para la consecución de fines políticos. Son hechos de una gravedad extrema que se permiten en aras de una falsa tolerancia.

Países como Alemania han sido tajantes a la hora de prohibir cualquier tipo de manifestación totalitaria. Su sistema quiere evitar a toda costa que se puedan reproducir hechos o circunstancias del pasado. Sin embargo, durante nuestra complicada transición no se supo o no fue posible hacer lo propio en España, y quedaron algunos flecos. Contrariamente a lo que la mayoría esperaba, fueron enquistándose y han generado en la situación actual: un estado frágil y con movimientos secesionistas al alza. Las causas de tal evolución son complicadas de formular, pero parece lógico pensar que una educación sesgada, la manipulación de la historia común, el uso de la lengua como mencanismo de división y el ensalzamiento reiterado de los valores locales sobre los universales han contribuido a agravar el fenómeno.

Los partidos políticos hacen uso de la situación para sacar tajada. El PP anticipa una fractura inminente, cosa muy improbable durante los próximos años, y amedrenta a los españolitos de a pie con escenarios catastróficos. Mientras tanto, el PSOE quita hierro al asunto y adopta una posición permisiva en exceso. No debemos olvidar que es gracias al PSE que hoy en día existan ikasotolas y otras escuelas en las que se adoctrina a los niños en los valores de los nacionalismos periféricos.

La consecuencia de la ausencia de consenso entre las grandes fuerzas políticas y la falta de una verdadera política de estado han provocado que, treinta años después de la transición, sigamos sin una definición clara del modelo nacional. Cualquier alusión al nacionalismo español se considera rancia y franquista, mientras que los nacionalismos catalán, vasco o gallegos han adquirido una imagen progresista e incluso democrática.

Somos muchos los que pensamos que ha llegado el momento de hacer algo. Con calma, con sosiego y sin levantar la voz, pero algo al fin y al cabo. Creemos que la máxima de igualdad de derechos para todos los ciudadanos está en peligro y debe ser defendida. Parece también necesario poner cota a las derivas regionalistas y volver a un escenario de cordura y sensatez. Mirar hacia el futuro con unidad de criterio, abordar los grandes problemas a los que se enfrenta la humanidad y dejar de lado los discursos pueblerinos y locales. Nos jugamos un futuro de convivencia, de paz y de esperanza que aún disfrutamos gracias a los libertarios y demócratas que ofrecieron generosamente sus vidas para acabar con los totalitarismos. Perder esta oportunidad sería, además de una falta de respeto hacia ellos, una gravísima estupidez. Debemos mostrarnos intolerantes con la intolerancia.

Un saludo y buenas noches,

el pobrecito hablador