Pintamos tanto en el mundo que nuestro grandísimo amigo, Nicolás Sarkozy, nos ha excluido de la gran cumbre contra la crisis mundial. No sé cómo lo venderá nuestro gobierno, pero estar alejados de la toma de decisión no es bueno para España; nada bueno.
Lo peor de todo es que la estrategia que aplica el gobierno actual es la de la sumisión y dependencia del exterior. Dependemos del gas de Argelia y nos bajamos los pantalones ante Marruecos por el tema del Sáhara. Resultado: Argelia, que apoya la justa causa de los saharauis, ya no nos aplica la tarifa de amigos y nos cobra el gas a precio de mercado.
También con Francia vamos a llegar, si no lo hemos hecho ya, a un acuerdo energético. Ellos nos venderán la electricidad nuclear mientras nosotros desmantelamos las centrales y ponemos molinos de viento, de tres a cinco veces más caros y que cuando no hay brisa, no dan luz. Imagino que también habrá que venderles alguna de nuestras empresas líderes a precio de saldo. Resultado: la misma Francia que pasa de nosotros ahora será la gran teta eléctrica de la que colgaremos en el futuro. ¿Creen que nos van a tratar mejor?
Y es que nos guste o no, los países funcionan como tales, defienden sus intereses nacionales y, de vez en cuando, los de sus ciudadanos. Pero aquí, en España, con ese espíritu individualista que nos caracteriza, preferimos darle algo a un francés antes de que se lo quede el vecino catalan o castellano. Y es que algunos, por no querer, no quieren ni ser españoles ni aprender una lengua hablada por más de 800 millones de individuos.
Permanceré atento a ver qué dice nuestro primer ministro. Seguro que hablará de otro gran éxito de la diplomacia española: ¡montar una cumbre a la que luego ni nos invitan!
Lo peor de todo es que la estrategia que aplica el gobierno actual es la de la sumisión y dependencia del exterior. Dependemos del gas de Argelia y nos bajamos los pantalones ante Marruecos por el tema del Sáhara. Resultado: Argelia, que apoya la justa causa de los saharauis, ya no nos aplica la tarifa de amigos y nos cobra el gas a precio de mercado.
También con Francia vamos a llegar, si no lo hemos hecho ya, a un acuerdo energético. Ellos nos venderán la electricidad nuclear mientras nosotros desmantelamos las centrales y ponemos molinos de viento, de tres a cinco veces más caros y que cuando no hay brisa, no dan luz. Imagino que también habrá que venderles alguna de nuestras empresas líderes a precio de saldo. Resultado: la misma Francia que pasa de nosotros ahora será la gran teta eléctrica de la que colgaremos en el futuro. ¿Creen que nos van a tratar mejor?
Y es que nos guste o no, los países funcionan como tales, defienden sus intereses nacionales y, de vez en cuando, los de sus ciudadanos. Pero aquí, en España, con ese espíritu individualista que nos caracteriza, preferimos darle algo a un francés antes de que se lo quede el vecino catalan o castellano. Y es que algunos, por no querer, no quieren ni ser españoles ni aprender una lengua hablada por más de 800 millones de individuos.
Permanceré atento a ver qué dice nuestro primer ministro. Seguro que hablará de otro gran éxito de la diplomacia española: ¡montar una cumbre a la que luego ni nos invitan!
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