La lengua se define en el diccionario de la Real Academia Española como:
"Sistema de comunicación verbal y casi siempre escrito, propio de una comunidad humana".
Ahí está la clave, en la comunicación, que a su vez se define como:
"Trato, correspondencia entre dos o más personas".
"Sistema de comunicación verbal y casi siempre escrito, propio de una comunidad humana".
Ahí está la clave, en la comunicación, que a su vez se define como:
"Trato, correspondencia entre dos o más personas".
Desde hace cierto tiempo, la lengua se está usando institucionalmente como un método de segregación, de incomunicación y como rasgo identitario y diferenciador entre personas de una misma comunidad. Primero fue en el País Vasco. Todos salíamos de una dictadura, pero ellos dijeron haberla sufrido más. Ellos siempre más, ¡en todo! Para callarles nos tragamos muchas ruedas de molino, generosa que es la democracia. Y se construyeron ikastolas y se adoctrinó a los niños sobre la gran patria vasca y la temible ocupación española. El resultado lo tenemos ahora: la lucha callejera, la incineración de bienes públicos y una intolerancia preocupante.
En Cataluña la situación es un poco distinta, porque hay mucho charnego suelto y los inmigrantes también votan. Así que el mecanismo es más lento y pausado, pero igual de constante. Del parlamento catalán sale cada vez más ese tufillo nacionalista que recuerda a los discursos de principios del siglo XX. Y la lengua catalana se transforma implacablemente en un elemento de diferenciación entre los "de dentro" y los "de fuera".
Ahora parece tocarle el turno a Navarra. Fernando Puras afirmó que nunca gobernaría siendo la tercera fuerza política y, oh sorpresa, pasapalabra y donde dije digo ahora es Diego. Puras acepta la mano de Nafarroa Bai, paradigma de la democracia según los politólogos más "progresistas". Otra fábula del hijo pródigo, un ensalzamiento del que deja la pistola pero sigue pidiendo las mismas barbaridades desde el estrado. Y mientras, los que siempre hemos respetado las normas, los que nunca hemos matado a nadie, debemos asistir complacientes al espectáculo. Más ikastolas, más vasco por doquier y más identitarismo, todo ello muy democrático.
Escucho por la radio a Maria Antonia Iglesias afirmando que "desde la democracia se puede pedir hasta la luna". Pues claro que sí, la luna y el universo entero, pero por muy democrática que sea, tal petición tiene un calificativo en la lengua de Cervantes: "soberana gilipollez".
La humanidad se prepara para afrontar un cambio de modelo energético, los problemas asociados a la superpoblación, una reordenación del balance de poderes mundial, un "posible" cambio climático antropogénico, una degradación de la biosfera... Y aquí discutiendo si se debe hacer en castellano, en vasco o en catalán. ¡Con semejante política de comunicación auguro para nosotros los euscatalohispanoceltas y andalusíes un futuro brillante, realmente brillante!
Un saludo y buenos días,
el pobrecito hablador
En Cataluña la situación es un poco distinta, porque hay mucho charnego suelto y los inmigrantes también votan. Así que el mecanismo es más lento y pausado, pero igual de constante. Del parlamento catalán sale cada vez más ese tufillo nacionalista que recuerda a los discursos de principios del siglo XX. Y la lengua catalana se transforma implacablemente en un elemento de diferenciación entre los "de dentro" y los "de fuera".
Ahora parece tocarle el turno a Navarra. Fernando Puras afirmó que nunca gobernaría siendo la tercera fuerza política y, oh sorpresa, pasapalabra y donde dije digo ahora es Diego. Puras acepta la mano de Nafarroa Bai, paradigma de la democracia según los politólogos más "progresistas". Otra fábula del hijo pródigo, un ensalzamiento del que deja la pistola pero sigue pidiendo las mismas barbaridades desde el estrado. Y mientras, los que siempre hemos respetado las normas, los que nunca hemos matado a nadie, debemos asistir complacientes al espectáculo. Más ikastolas, más vasco por doquier y más identitarismo, todo ello muy democrático.
Escucho por la radio a Maria Antonia Iglesias afirmando que "desde la democracia se puede pedir hasta la luna". Pues claro que sí, la luna y el universo entero, pero por muy democrática que sea, tal petición tiene un calificativo en la lengua de Cervantes: "soberana gilipollez".
La humanidad se prepara para afrontar un cambio de modelo energético, los problemas asociados a la superpoblación, una reordenación del balance de poderes mundial, un "posible" cambio climático antropogénico, una degradación de la biosfera... Y aquí discutiendo si se debe hacer en castellano, en vasco o en catalán. ¡Con semejante política de comunicación auguro para nosotros los euscatalohispanoceltas y andalusíes un futuro brillante, realmente brillante!
Un saludo y buenos días,
el pobrecito hablador
PD Afortunadamente, parece que a pesar de las propuestas del BNG, la sociedad gallega conserva todavía una gran porción de los sentidos común y del humor que siempre la han caracterizado.
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