lunes, mayo 26, 2008

La perra vida del inmigrante

Imaginense que viven en otro país, con los papeles en regla, y que reciben la terrible noticia de que su padre padece una enfermedad terminal. Harían lo mismo que cualquiera: comprar un billete de avión para ir a verlo. Pero como para poder regresar a su país de acogida es necesario hacer unos trámites, se dirigirían también a las oficinas de inmigración para enterarse del procedimiento a seguir.

Y aquí empieza el esperpento. El ventanillero de turno, en tono indiferente, le dirá que para abandonar el país y volver de nuevo sin problemas, es necesario demostrar una causa de fuerza mayor. Por ejemplo, la muerte de un familiar. Así pués, lo mejor es que "usted espere a que su padre fallezca, pida el certificado correspondiente y solicite el permiso de regreso". ¿Ven qué fácil?

Pues bien, ésto que les cuento ha sucedido en España, y la víctima es una mujer latinoamericana. Desconozco el desenlace de la historia, pero no soy demasiado optimista. Nuestro sistema no da muchas alegrías.

Soy consciente de que hay que regular la inmigración. Resolver los problemas de los países menos favorecidos no pasa por absorber a todos sus ciudadanos en los más ricos. Pero la legislación y el trato aplicado a los inmigrantes pueden y deben ser más humanos. No es comprensible que se den situaciones como la aquí expuesta. Es una verdadera barbaridad.

Saludos a todos y buenos días,

el pobrecito hablador

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